martes, septiembre 13, 2005

 

Pa que alguien diga que yo no me mojo

Pues siguiendo en la línea de contar cada chuminá que me pase en la vida hoy tengo dos cosas que contar, una antigüa ya pero que ya se me había olvidado y otra reciente en exclusiva para los lectores XD (para los dos).

La primera de ellas es que ayer jugando a los bolos con Antonio recordé que no he incluido mi récord actual, y puesto que es una burrada para mí lo pongo ahora ¡¡¡¡172 puntacos!!!! a sólo 10 bolos del récord de Antonio, de ésta me hago profesional.

La otra cosa es que gracias a que este tío es un pesao decidí lavar el coche de mi hermana ya que me lo ha prestado esta semanilla porque el mío sigue en el taller (y lo que le queda), por lo que se vé no cerré demasiado bien la puerta del conductor asi que ahora sé lo que sintió Noe al sentarse en el arca, siento una perturbación en el trasero que no habia sentido desde... si, culito mojao, en fin, otro episodio vergonzoso de mi vida del que una vez más él ha sido testigo.

Pero es que últimamente no sé donde tengo la cabeza (últimamente risas de fondo), de acuerdo, ya se que siempre he sido un poco despistado (un poco carcajadas histéricas), vale, si fuera más despistao me perdería camino al baño pero es que tengo muchas cosas en la cabeza (serrín, pájaros, vacío) y mi trabajo me estresa (por eso estás escribiendo esta chorrada en horario laboral, porque no tienes un segundo de descanso), a lo que iba, que las voces en mi cabeza no dejan de abrir paréntesis...

El otro día tuve que forzar una cerradura en el trabajo y no, no he robado dinero de la caja ni nada por el estilo que tengo mucha más clase que eso, simplemente cometí el pequeño error de abrir un cajón que tiene llave, cerrar la carradura, dejar las llaves en el cajón abierto y cerrar el cajón, un acto totalmente inteligente, de pronto me doy cuenta que no tengo las llaves de la academia, que se acerca la hora del cierre y que no se donde están las llaves, en un momento de lucidez dije... no has podido ser tan imbécil! pero una vez más me confirmé a mi mismo que no tengo límites, zarandeé la cajonera y un tintineo metálico me lo confirmó.

Tenía dos opciones, aceptar la humillación y llamar a mi jefe o afrontar la situación como un hombre y forzar la cerradura (con el consiguiente peligro de romperla y tener que dar aún más explicaciones pero en ese momento, no pienses, usa el instinto) y asi lo hize, probé con otra llave que lógicamente no abría la cerradura, probé la chorrada del clip hasta que me dí cuenta que tenía para ello la misma destreza que una foca para hacer ganchillo asi que me dije, sabes que eres lo más bruto a este lado del Pecos, es una mierda de cajón, puedes con él, REVIENTALOOOOO!!!! y cual dibujo animado, me senté en el suelo, apoye los pies en el borde de la cajonera y tiré.

Descubrí tres cosas, la primera que la cajonera es una mierda y un crio de 7 años la podría haber abierto, la segunda, que la esquina de atrás está demasiado cerca de la cajonera (auuuu) pero también descubrí que en situaciones extremas encuentro la solución por las buenas o por las malas (aunque suele ser por las malas).

Y con esto cierro otro patético episodio de mi vida que sin duda no será el último.

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